domingo, 11 de septiembre de 2011

"FEMENINA BUS"
*gh*gh*


Se dejo seducir Carlos con la mirada de la más jovencita del burdel, era la amiga de Claudia, era Violeta, seducía con la mirada, con su atuendo casi transparente sin dejar nada a la imaginación, el diminuto ropaje le cubría solo la sensibilidad y el poco frío que se colaba por los poros del inmenso local, muchas miradas se yacían del baile entre sus caderas y sus muslos, los ojos penetraban su piel y se saciaban de excitación con solo imaginar, el hambre de tomar a la joven entre sus piernas no era escaso, el padrastro de Claudia recibía una gran cantidad de propuestas monetarias por Violeta, a decir verdad también por Claudia, lo avaro en su corazón mas de una vez intento venderla con intentos fallidos, para eso estaba su mamá que aunque no la veía constantemente y no estaba en ella la intuición de madre, la cuidaba desde aquel burdel, aquello parecía, era una subasta eso que se veía en la barra cada vez que salía a escena la aun señorita, ella no tomaba en cuenta a nadie más, ni a las miradas perdidas que se fijaban en ella, desde que supo que Carlos frecuentaba ese lugar se dio prisa por conseguir un trabajo ahí, y era obvio que lo tendría, estaba claro, tenía un cuerpo pronunciado perfecto, cara de inocencia y la sensualidad de fuera, seducir al responsable y protagonista de sus sueños bajos parecía llenarle el alma de atracción, de un juego prohibido requerido, como vivir una aventura a la mala pero placentera, por Don José no había inconvenientes, es más, también se hacía a la idea de que Claudia algún día trabajara para él en el prostíbulo, a su parecer Claudia y Violeta “Ya estaban en edad de merecer”. El prototipo de inocente seducción, era Claudia, con ojos que reflejan caricias, con labios atrayentes y deseables, con el pelo castaño que le cubría el panorama de mujer en el que un hombre impregna la mirada lo era todo: Seducción, dinero, excitación, placer, deseos, lascivia, perversidad, vileza, malicia y pecado.

Mientras que en “Femenina” no había frio ni resequedad en los labios, no existía ni siquiera el pudor, solo olía a sexo, humo, enervantes y a embriaguez.

Carlos:

Solía fantasear con Violeta cada vez que salía del burdel.

Sentía como su mirada penetraba mis deseos de tenerla conmigo, de hacerla mía, no sabía porque lo hacía, porque me seducía de cerca, porque sus ojos se reflejaban en los míos, porque su piel transpiraba un olor seduciente a mis deseos, porque nuestras miradas se cruzaban y entendían lo que querían, no sabía ni porque regresaba cada viernes solo para verla, me estaba colmando las ganas de saciarme viendo su sensualidad en el burdel, en ese momento, mientras la veía me olvidaba de Claudia, de Don José y hasta de doña Ceci, para Don José le era grata mi visita puesto que no iba solo, me acompañaban Paco y Lalo cada vez que llegaba con mas amigos mejor me recibía, eso no me incumbía solo quería emparentar mi piel con su piel, mi boca con su piel y mi cuerpo con el suyo, cada día crecía mas mi necesidad o deseo, por las noches regresaba sudoroso de aquel burdel, caminaba todas esas calles en la oscuridad con Violeta desnuda en la mente, eso me ayudaba a no sentir el recorrido hasta la casa, imaginar su cuerpo aniquilaba el cansancio y mitigaba el camino largo a buscar un momento a solas conmigo para: Saciar mi excitación, recordar el cuerpo semidesnudo y desnudar en mi mente a Violeta, para dormir y buscar en sueños lo que no puedo hacer en la realidad, esa sensación de querer de Violeta me inundaba cada vez más y cada vez no podía estar cerca de Claudia, pensaba en Violeta. Claudia se daba cuenta de mi indiferencia hacia ella, mi frialdad era muy notable, hasta yo podía notarlo, hay algo entre nosotros que no está claro, soy yo, es Violeta, no lo sabe pero existe la duda. Claudia es sensible, no sensual, es tierna, no pasional, es intima, no despojada, nada con lo comparado en una noche en el burdel de don José.
Nada comparado a ese día:

Llegue como otros días al burdel, ya se me había hecho costumbre y vicio, mi presencia ya no era tan notoria como las primeras veces aunque el lugar siempre estaba abarrotado no había quien ni cuantos no me distinguían al entrar, doña Ceci para ser mamá de Violeta y yo ser novio de ella le importaba poco, solo que sí, me había anticipado castrarme si Claudia salía lastimada algún día, hablando sexualmente, poco aquí importaban los sentimientos. Seguí mi protocolo y me senté en una de las primeras mesas, entre que me acomodaba en el asiento note, sentí a alguien detrás de mí, no vi quien era solo oí su voz:

—Claudia por ser mi hijastra te va a costar más, pero la zorra de Violeta es mi tesoro así que tiene el mismo precio, no creas que no veo como las ves, como las deseas, dicen que Violeta por ser mas recatada puede ser más loca, pero de locas a locas Violeta no es una santa mira a donde se vino a meter, a Claudia solo le hace falta alguien que la llene, es cuestión de tiempo y de que alguien me llegue al precio, no te pierdas mucho muchacho ni te atrases te puedo echar la mano con quien quieras.
Fantasear no solo podía llegar a su fin, entendí las palabras de Don José, aun así no quería traicionar la confianza ni el amor de Claudia, pero por otra parte estaban mis ganas sobre las insinuaciones de Violeta.

Don José me tomo por el cuello, yo me levante entendiendo ese lenguaje, me llevo hasta un pasillo oscuro y frio con un solo foco que iluminaba una puerta entre cerrada y abierta de sus meretrices, me encamino hasta el fondo, ahí estaban unos baños al parecer sin uso y en malas condiciones, a la izquierda había una cortina que cubría la entrada de una habitación semi alumbrada, me dio una palmada en el hombro, fumo su puro exhalando sobre mi cabello el humo de su tabaco y entre la palmada que me daba, me dio un leve empujón, yo volteaba la mirada para ver su gesto, el tomaba una de sus manos para llevársela a su miembro y apretárselo en señal de erección, se dio media vuelta y regreso al bar del prostíbulo dejándome a mi encaminado al vestidor de alguna prostituta. Esa noche al igual que otras muchas si no es que mas me sentí completamente erupcionado de excitación, no sabía quien estaría detrás de la cortina, tenía algo para mí y quería saber que era, quite la cortina de mi camino y me envestí en el vestidor, ahí solo había un sofá, un enorme espejo del piso al techo, zapatillas y ropa en el suelo, un olor a moho y a humedad, en un costado estaba otra pequeña puerta, al entrarme más hice un pequeño ruido y al fondo de la puerta alguien grito:

_“pasa, estoy aquí”

_! Dios mío ¡


Irrumpí, era Violeta arreglándose para salir al burdel, mi corazón palpito fuera de lo normal, mi cuerpo se lleno aun mas de excitación, creí, pensé, era mi momento con Violeta, seguí mis pasos dejándome llevar por las circunstancias, llegándome a la puerta mire el pabellón que dejaba ver la silueta de Violeta, era perfecta, se veía como una diosa, como un maniquí de aparador seduciendo mi momento.

_ Pasa no te quedes ahí, Claudia no está aquí y aunque así fuera seriamos las dos solo para ti.

Ella, yo, estaba dispuesto a todo consintiendo las palabras de Violeta, me asombro su desinhibición conmigo, pero poco le di importancia así que, tome para mi sus palabras y recorrí el pabellón que me separaba de ella y sus caricias, su cuerpo solo era cubierto por unos cuantos ropajes de satén, su escasa cobertura que la dejaba al descubierto me inundaba los sentidos de deseo y de lascivia, fijaba mi mirada en ella sucumbiendo a mis intenciones sexuales en la mirada, ella las recibía y sabia lo que insinuaba, ni tardo, ni falto la cogí de la cintura tomando su cabeza con la mano y con la otra rodeándola la apegaba a mi cuerpo para engendrar un beso lascivo y deseado, el espacio, el ambiente se torno libidinoso, carnal y tempestuoso, sus manos irrumpían dentro de mi camisa por detrás para rasgar mi espalda, intentaba con desesperación desabrocharla mientras yo la apegaba a la pared e internaba sus piernas sobre las mías al nivel de la cintura, en eso la despojaba de su lencería superior y con otra mano me interne entre sus glúteos masajeándolos con crápula, mis labios rodeaban sus senos, el calor ya con el torso desnudo se hacía más notorio, pero para mí dicha y mi desventura, las luces de todo el prostíbulo se encendieron, eso indicaba que quedaban menos de cinco minutos para que Violeta se hiciera presente en el escenario del inmenso burdel, eso acabo con el momento, textualmente, ya solo quedaba levantarnos del piso donde quedamos desechos por nuestra precipitación y por los besos remarcados en el cuerpo de cada quien, lo hicimos, nos levantamos, Violeta me pidió que saliera al bar del prostíbulo mientras se retocaba otra vez el maquillaje, como no queriendo salir del vestidor la tome por la espalda acercándole mi miembro a su trasero y tomándola por los senos, iba y venía saciando mi excitación sobre ella, y ella se llenaba de sensaciones, aun así tomo fuerzas para empujarme fuera de su camerino y poder seguir con su noche en el burdel. Salí un tanto renegado.

Ya en otra instancia, fuera de los vestidores, parado en la barra del bar, a lo lejos Don José me veía moviendo la cabeza como afirmando algo, su sombrero le esparcía el humo en la cara haciéndolo ver más tenebroso, yo tome la bebida que había pedido y la ingerí de golpe sintiendo el ardor del alcohol en mi garganta, ya no espere a que saliera Violeta, tome otro trago y salí de “Femenina”.

Hacía mucho frio, lo note al poner el primer pie fuera del burdel, dentro de ella el ambiente pecaminoso lo hace cálido. Otra vez salí del prostíbulo con ganas de orinar después de descomunal excitación mi vejiga quedo colapsada, aun así, llevaba la satisfacción de inesperado momento con Violeta pululando por todos mis poros, aun el miembro lo tenía entre la meseta y la resolución, en ese estado sería incomodo hacer mis necesidades, envestí la caminata a casa, pensaba, pensaba, pensaba, Claudia, Violeta, Violeta, Claudia, la figura y el momento de Violeta no se me borraban de la mente, a demás las quería ahí por puro placer, recordar escena por escena me transportaban de nuevo a aquel momento, ya para los muchos pasos que había dado el frío fue severo hasta hacer ceder mi virilidad para detenerme en un deshuesadero lleno de cacharros viejos cerca de la casa de Claudia, tome la postura de un compás abriendo ligeramente mis piernas bajando el cierre de mi pantalón y después mi braga, al sujetar mi miembro el recuerdo de Violeta me consumía en un sentimiento de placer, alcé la mirada al cielo para terminar de orinar entre que recordaba, mi mano se apego a mi miembro no queriendo sucumbir y con ganas de llevar a cabo el acto que debiera ser con Violeta, el placer se hacía presente, diminutamente milímetro a milímetro sentía como la excitación afirmaba mi miembro y lo hacía vigoroso. Así, me recargué en un auto desvalijado, viejo y sucio que estaba a mi lado acomodándome para hacer perecer mis deseos carnales auto complaciéndome yo mismo, me desabroche el pantalón bajándomelo a medio muslo con la ropa interior a la misma altura, termine por eyacular millones de escenas imaginativas con Violeta y yo dentro de ella. Me limpie el resto de mis fluidos de la mano, me reajuste la ropa y retomé el camino a casa.


                                            *gh*gh*

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