martes, 7 de agosto de 2012


Era el turno de empezar la búsqueda, tome una  maleta, me puse un traje espacial, guarde cereal, galletas, unas cuantas bellotas de las crecen en el encino del patio, todo guardare bajo mi chal —pensó Dulcinea mientras se ponía la pijama— la luna y las estrellas confabulan haciendo pistas para encontrar más rápido mi tesoro. Papá me abraza tan fuerte que siento, escucho todos mis huesos colapsar. Mamá, ella es más delicada, cocina las galletas que llevo a escondidas a la cama, a ella no le gusta ver migas sobre las sabanas. Las historias de Peter Pan, El mago de Oz y Hansel y Grettel son parecidas a la mía —bostezó desmenuzándose en ensueño— ahora a dormir, mañana a construir una jaula para las catarinas y las mariquitas, el tiempo de las luciérnagas y de todas libélulas llego, es tiempo de que vuelen a las Abies Religiosa como las mariposas monarcas. Con la lluvia allá afuera se abren las flores, las margaritas florecen multicolores en mi ventana y a su pie, con la lluvia se me alborota el pelo erizándose por emoción, con la lluvia los colibrís se espantan y se meten a dormir conmigo entre mis diademas y el picaporte de la puerta, juegan conmigo a un debate de esgrima y una guerra de almohadas, se visten de la purpura y seda de mis vestidos, en el terciopelo de mi jersey se acurrucan para dormir hasta roncar, las zarigüeyas abrazan a sus criaturas hasta suspirar en el silencio de la noche, se abrazan unas con otras para calmar el frio que la luna refleja, allá en el cielo las estrellas emergen para acompañarme a pensar, papá dijo que vendría todos los días a besarme la frente y hasta hoy mamá lo hace por él, —Dulcinea cerró los ojos dejando escapar una lagrima— papá prometió cantarme canciones hasta dormir y despertar, papá prometió…
—Dulcinea, no puedo estar contigo, Dulcinea no puedo darte un beso y decirte buenas noches, no puedo abrazarte,
—Papá yo solo quiero que me abraces, yo solo quiero que veas esta noche estrellada conmigo, yo solo quiero…
La noche se estableció contigua a las lágrimas de mi pequeña, extrañaba el calor de mis brazos, yo extrañaba su calor en mis manos, su cuerpo pequeño que se adhiere sumamente perdida en el sueño mientras la abrazo es mi mayor complacencia, el mejor regalo, el mejor viaje.
—No te preocupes que de mañana a hoy solo hay unas horas, te tendré entre brazos otra vez.
—No quiero más libélulas ni mariquitas de regalo, no quiero que alumbren las luciérnagas para mí si no estás conmigo,
—Tu llanto me conmueve el alma, te has vuelto tan frágil, te has convertido en esa pequeña parte de mí que no se dejar, solo un momento si me es posible permíteme, saldré a comprarte un candil con dos estrellas que alumbren tu mirada que se apagan de tristeza, dos que sean una como mamá, otra como papá.
Su sonrisa entre lagrimas que se enfriaban en su mejilla rosada me sacaba una a mí, su mirar tan dócil, su manos tan lozanas, parecía un capullo al tenerla conmigo, le cante una canción en la mente, una que escribí especialmente para ella, la mire a los ojos mientras dormía, resguarde como un dragón defiende un castillo por un momento sus sueños, parecía en totalidad ser feliz mientras dormía en mis brazos, cuándo será así eternamente me pregunto.


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