sábado, 9 de julio de 2011

Epístola a la vida mía

Epístola a la vida mía:

La vida corta de la abundante pereza al amor que es ciego y mas ciego el cielo mío,
aquel que perezoso tarda en contestar una osadía pero que más terco comete su adulterio,
a los ojos que se fueron violentos al mar que traiciona con su brama,
 agua dulce un paladar sensible a las hojas secas al invierno eterno,
mas ni menos es este describir de canciones, de poesía sobre un lienzo oscuro cual tejido a pinceladas se convierte en  carma al alma, el amor es vano y frio,
es este el fuego eterno, el que viene de voces ancestrales,
es la tortura seca del pecado infame y es que a un ser involuntario su placer es exquisito,
fue el aroma a mujer, fue sensible a los placeres.

A las aguas que dispersan, al hambre y sed que también despojan, a la pena  que traiciona,
a la dama del cimiente que condena y tima,
eso fue ayer ante la antenoche condensa a la luz de una madrugada ante los ojos del silencio en popa,
del lejano invierno apenas comenzaba verano del calor de las margaritas de las hojas secas del otoño, a pesar de los pensares que es más vil el varón que cruel desprecio tacha y toma por amor un amor ajeno
que por bien merecido la muerte recibe el que por pasión fue exiliado de esta vida a la tierra subyacente.

Para que ascender a menguar como lo hacen los cobardes si el guerrero mismo que con anticipes de olor a victoria da guerra no gemidos de batalla ante la rosa que es tardía para el torrente de cortejos que a la línea de muerte da sus besos y deja su alma en tus razones y es que basta al tiempo que es tiempo su propio tiempo como vergüenza y oprobio de ti mismo si no se es paciente si  ante las primeras gotas del roció ahí no estás tú para abrazarla y no darle frio, ¿que será hoy?, ¿que será mañana si no es contigo?.

Pd: Amada mía seré resignado si a los ojos de otro valiente tu dulzura se ve puesta, como el sol, a la luna le falta el cielo, se tu mi gloria, seré yo tu nirvana.


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